De todos los lugares rotos por la guerra seguramente sea Kabul, capital de Afganistan, uno de los lugares donde más tristezas puede encontrar un corresponsal. Este es el caso de David Jimenez, correponsal de el periódico el Mundo en Asia desde hace años, quien en su novela "El botones de Kabul" nos cuenta la historia del Intercontinental, un hotel herido por la guerra que sobrevive en estado semiderruido gracias a sus empleados.
¿Cómo comienza tu carrera como corresponsal? ¿Qué has aprendido de tu trayectoria en los países en conflicto?
Trabajaba como redactor de El Mundo en Madrid cuando en 1998 entré en el despacho del director, Pedro J. Ramírez, y le propuse abrir la primera corresponsalía del periódico en Asia. En realidad yo no había estado nunca en la zona, pero era el único sitio donde no teníamos corresponsal y pensé que tal vez me mandarían. Quería dejar la redacción, convencido de que las cosas realmente importantes no iban a suceder entre aquellas paredes o cubriendo aburridas ruedas de prensa en algún ministerio. Pedro J. tardó un segundo en decir que sí. Días después me dieron 500.000 antiguas pesetas y me planté en Hong Kong para abrir la oficina. Han pasado casi 14 años y puedo decir que fue la mejor decisión profesional de mi vida.
¿Cuál es la situación más tensa que has vivido como corresponsal?
Ha habido varias. En Timor Oriental, en el 99, estuve a punto de ser degollado por milicianos pro indonesios. En Filipinas escapé de un secuestro bajándome de un coche a la carrera. Alguna bala pasó demasiado cerca en Afganistán. Hubo algo de tensión también cuando decidí ignorar las recomendaciones y seguir en Fukushima para seguir la crisis nuclear el pasado mes de marzo. Todo depende de la percepción del miedo que uno tenga en cada caso, pero no creo ser de los que toman riesgos excesivos. Dicen con razón que tu mejor historia siempre es la próxima y para contarla hay que seguir vivo.
Antes de “El botones de Kabul” escribiste en 2007 “Hijos del monzón”, el cual fue premiado como el Mejor Libro de Literatura de Viajes de España. ¿Qué tal ha sido el salto de el ensayo a la novela? ¿En qué género te sientes más cómodo?.
Hijos del Monzón es un libro de reporterismo literario. No deja de ser lo que hago para el periódico y me resulta más sencillo. Lo fácil habría sido haber escrito algo similar, pero quería probar con la novela. Opté por una opción intermedia, porque aunque El Botones de Kabul es ficción, la historia, el lugar y los personajes están inspirados en la vida real. Supongo que es defecto profesional: no me siento cómodo escribiendo algo completamente inventado. Necesito ese contacto con lo que está pasando.
¿Qué te impulsó a escribir este libro?
No quería escribir un libro de guerra, sino sobre lo que la guerra hace a las personas, la forma en la que destruye una sociedad y el daño irreparable que provoca, incluso mucho tiempo después de que se haya disparado la última bala. No estaba interesado en las batallas o la geopolítica, sino en cómo vive la gente normal bajo esa situación, de qué manera afecta a sus relaciones, la amistad, el amor, la lealtad… A veces, entre cifras y partes militares, se nos olvida que detrás de la guerra hay miles de dramas humanos. Quería ponerles rostro y que el lector se pusiera en su lugar.
¿Qué hay de ficción y qué de verdad en esta historia?¿En quién te inspiraste a la hora de crear tus personajes principales, el botones Habid y el americano Frank Goldkamp?
Uno de los dos principales personajes es el Botones de Kabul y está inspirado en un personaje real (Mohamed Ayan en la vida real/Habid en el libro). Lo conocí en 2001 y escribí una historia sobre él para el periódico. Era un hombre con mucho carisma que llevaba abriendo la puerta del hotel a los huéspedes durante los últimos 32 años, acudiendo a trabajar bajo las bombas, las invasiones y los golpes de Estado. Era uno de esos héroes anónimos que tratan de crear un oasis de normalidad en medio de la brutalidad y el caos de la guerra, que se niegan a aceptar que todo tenga que se tomado por la oscuridad. Frank Goldkamp es un personaje ficticio, pero también tiene mucho de realidad. Es de esos tipos que te encuentras en países rotos, un mercenario que vive de los conflictos, sumido en el cinismo y deshumanizado por las experiencias que ha vivido. Juntos, el botones y el huésped americano se enfrentan a una nueva guerra en Afganistán tras los atentados del 11-S. Y cada uno lo hace a su manera, bajo su perspectiva del mundo y de la vida, que ha sido definida por lo que han vivido y por el lugar de donde vienen.
En tu libro nos cuentas que el Intercontinental sobrevive gracias a sus empleados, unos empleados que acuden a sus puestos de trabajo aun cuando sobre ellos estallan tormentas de mortero. ¿En la realidad sus empleados llegaron a revelarse alguna vez?
La primera vez que llegué a Kabul, en 2001, me hospedé en el Intercontinental. Me tocó una habitación sin ventanas y con las paredes agujereadas por las balas. Tenía la decadencia de los hoteles de guerra y pensé que sería un buen escenario para la novela. Los empleados del hotel creyeron siempre que su deber era abrir el establecimiento y esperar a que llegaran clientes, incluso cuando pasaban meses sin que viniera nadie. El director del hotel y varios empleados murieron en un bombardeo durante la guerra civil. A menudo ni siquiera cobraban. Pero le tenían cariño al hotel porque la mayoría habían estado trabajando en él desde su inauguración, en 1969. El pasado mes de junio varios de ellos murieron en un ataque talibán. Otro ataque que no ha logrado cerrar el hotel. Creo que representa muy bien la capacidad de resistencia y el coraje del pueblo afgano.
¿Cómo se cuenta mejor una historia real, en clave de crónica o de ficción?
Una buena historia lo es independientemente del género. Creo que ambas sirven para relatar la realidad. La novela es mentir para contar la verdad, tal como yo la entiendo. Los buenos escritores mienten mejor.
¿Cuánto tiempo vivido en Kabul ha sido necesario para conocer la realidad de una ciudad y un país tan desconocidos para muchos de nosotros?.
Siempre he evitado decir que conozco los países en los que he estado. No creo conocer España, de donde vengo, menos aún lugares que visito ocasionalmente. Fui a Afganistán por primera vez hace una década y luego he seguido yendo para cubrir esa guerra estúpida e interminable. A veces pienso en lo pretencioso que es por mi parte haber escrito un libro sobre un país tan complejo y del que no creo haber comprendido muchas cosas. Espero que los afganos me lo perdonen.
¿Qué fue del verdadero botones de Kabul? ¿Sigue en el Intercontinental?.
Estuve en el hotel por última vez en abril de 2010, para acabar el libro. El botones se había jubilado. Desgraciadamente, sin haber visto el regreso de los buenos tiempos que tanto anhelaba. El Hotel Intercontinental había sido adquirido por una empresa de Dubai, había sido reformado y los viejos veteranos habían sido reemplazados por jóvenes. Conservaba, eso sí, el aura de decadencia trágica de los hoteles de guerra. Se podrían escribir docenas de libros de un lugar así.
En un país como Afganistán en el que llevan ya tres décadas en guerra, ¿cómo es un día normal para un niño o para una persona menor de 30 años?
Alguien que tenga menos de 30 años en Afganistán no ha conocido un día de paz. No sabe lo que es vivir sin miedo. El sonido de un avión, que para nosotros significa vacaciones a la playa, es para esa persona el anuncio de un próximo bombardeo. En el Botones de Kabul he tratado de ponerme en la piel de esas personas y estoy seguro de no haberlo conseguido. Solo un afgano sabe lo que es vivir con ese miedo, desde que te levantas hasta que te acuestas, todos los días de tu vida.
¿Cuál crees que podría ser la solución para que este país vuelva a la normalidad?.
El resto de países con intereses en la región deberían dejar a los afganos en paz, para que puedan forjar su destino, con sus errores y aciertos. Suelo decir que Afganistán habría que bombardearlo con escuelas, no con bombas. Creo que la educación como único medio posible para cambiar una sociedad. Pero hablamos de un cambio que tardaría décadas, en caso de que se pusieran las bases. No creo que yo vea nunca un Afganistán como el de los años 60 o 70, cuando era un país normal. Luego le robaron su destino.
Tras este libro ¿piensas volver al ensayo o nos sorprenderás con algún otro libro de ficción?
Tengo varias ideas y no me he decidido por ninguna. Está el problema adicional del tiempo, porque el recibo de la luz lo paga mi trabajo con el periódico y no tengo todo el tiempo que querría para escribir libros. Lo que ocurre es que se escriben en mi cabeza aunque no quiera y llega un momento en que tengo la necesidad de pasarlos al papel, así que sospecho que habrá un tercero.
El Botones de Kabul (reseña libro)
14 comentarios:
No he leído nada de este autor aún, pero me ha gustado tanto la entrevista que piendo darle una oportunidad. A ver si puedo hacerlo prontito. No había visto la reseña, así que ahorita me paso.
Besotes!!!
Muy buena la entrevista. Si no os habeis leido el libro aún, os lo recomiendo. Una vez que empiezas a leerlo, no lo puedes dejar. Te atrapa desde el principio. Me encantó!
No he leído nada de este autor pero ya con la entrevista y la reseña me basta para querer leerlo.
Musus.
No la he leido todavía pero la tengo in mente desde hace tiempo. Un besito, Marta... Lola
http://boheme.zruspas.org
Hola Margari
Merece la pena leer este libro, yo lo descubrí por un artículo sobre el libro que salió el año pasado en el periódico El Mundo.
Leetelo cuando puedas, es un libro que merece la pena leer, te engancha nada más empezar, y te mete en un mundo y una historia muy bien contada.
Besos
Hola Mafaldas
Yo de David Jimenez sólo he leído este libro, espero ponerme pronto con el de "Los hijos del monzón".
Ya nos contarás qué tal cuando te lo leas.
Besos
Hola Lola
Es un libro que merece la pena leer. Si te ha gustado lo que nos cuenta su autor en la entrevista te gustará seguro el libro.
Besos
Vaya entrevita más completa, sólo por la experiencia vital que rodea al escritor merece la pena leerlo.
Un abrazo!
Buena entrevista, me han dado ganas de leer algo del autor. Espero poder hacerlo pronto, si lo encuentro aquí en Chile :)
¡Saludos!
Hola La pequeña Meg
El libro merece la pena leerlo. En él David Jimenez nos hablá sobre lo que la guerra hace a las personas. Nos traslada a un momento y un lugar de nuestra historia al que de otra forma no podríamos acceder.
Ya nos contarás si te lo lees.
Besos
Pues si ya me apetecía el libro, con la entrevista aún más, tiene una pinta estupenda. Bsos
Hola Carol
Ya nos contarás si te animas a leerlo. Merece la pena.
Besos
Sí, eso parece, me gusta lo que dice, que no cree que vea otra vez a Afganistán como en los años 60, que le robaron su destino. Khaled Hosseini, tanto en las cometas en el cielo, y Mil soles espléndidos, cuenta lo que era Afganistán, antes de la invasión rusa. Parecía que algún día fue un país normal como dice tu entrevistado.
Me gusta este tipo de personas, ¡qué lujazo! Lo seguiré
Hola Iciar
Un libro que nos habla sobre la transformación que vivió Afganistan tras la invasión rusa es el de Doris Lessing, "El viento se llevará nuestras palabras". Me lo leí hace años, seguramente lo vuelva a leer, cuando lo haga os hablaré de él aquí en el blog.
Además de por sus libros puedes seguir a David Jimenez por su blog http://davidjimenezblog.com/.
Besos
Publicar un comentario